Francisco J. Martínez Mojica, investigador de la Universidad de Alicante, 21/03/2016
La investigación básica es fundamental para el progreso y el bienestar. Y si todavía hay quien no esté convencido de ello, solo tiene que indagar en la historia de los grandes avances en ciencia. Sirva como ejemplo el caso de los sistemas CRISPR.
Desde principios de los años 60` es posible modificar la información genética, gracias al descubrimiento en bacterias de proteínas con las que se podía "cortar y pegar" el ADN. Durante las últimas 4 décadas, se han desarrollado multitud de técnicas de manipulación genética, algunas de las cuales se pueden utilizar dentro de las propias células. La tecnología CRISPR es la incorporación más reciente, en el año 2013, a este arsenal de instrumentos, suponiendo una verdadera revolución en las ciencias de la vida. Esta tecnología es considerada la herramienta de edición genética más eficaz, específica y sencilla de usar.
El potencial de la tecnología CRISPR resulta sorprendente, pero no lo es menos el origen de tan fantásticas herramientas.
A finales de los años 80`, se identificaron en el ADN de varios microrganismos unas regiones constituidas por repeticiones cortas y regularmente espaciadas, que más tarde denominaríamos CRISPR (siglas de Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats).
A finales de los años 80`, se identificaron en el ADN de varios microrganismos unas regiones constituidas por repeticiones cortas y regularmente espaciadas, que más tarde denominaríamos CRISPR (siglas de Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats).
Las primeras pruebas de actividad CRISPR se obtuvieron en la Universidad de Alicante (1993-1995), mientras estudiábamos los mecanismos por los cuales microorganismos habitantes de salinas solares son capaces de sobrevivir a concentraciones de sales tan elevadas.
Por aquel entonces descubrimos que, estos 'amantes de la sal', contenían varias regiones CRISPR en su genoma. Cuando incrementábamos esa dotación de manera artificial, las células morían, poniendo de manifiesto su gran trascendencia biológica. Posteriormente identificamos repeticiones similares en otros microorganismos, habitantes de ambientes muy diversos, evidenciando que esas secuencias eran una propiedad común del mundo microbiano. Esta observación nos llevó a describir, a partir de las características exclusivas de tales secuencias, un nuevo tipo de repeticiones de ADN y a seguir indagando en su posible función. Los frutos de esta investigación se recogieron en 2003, cuando desvelamos que las CRISPR constituyen un sistema de inmunidad adquirida único: las bacterias almacenan en las regiones CRISPR información de los virus que las infectan, y posteriormente la utilizan para reconocerlos y destruirlos.
Por aquel entonces descubrimos que, estos 'amantes de la sal', contenían varias regiones CRISPR en su genoma. Cuando incrementábamos esa dotación de manera artificial, las células morían, poniendo de manifiesto su gran trascendencia biológica. Posteriormente identificamos repeticiones similares en otros microorganismos, habitantes de ambientes muy diversos, evidenciando que esas secuencias eran una propiedad común del mundo microbiano. Esta observación nos llevó a describir, a partir de las características exclusivas de tales secuencias, un nuevo tipo de repeticiones de ADN y a seguir indagando en su posible función. Los frutos de esta investigación se recogieron en 2003, cuando desvelamos que las CRISPR constituyen un sistema de inmunidad adquirida único: las bacterias almacenan en las regiones CRISPR información de los virus que las infectan, y posteriormente la utilizan para reconocerlos y destruirlos.
A raíz de este descubrimiento, centenares de grupos de investigación en todo el mundo se sumaron al reducido número de investigadores que habíamos iniciado y pertrechado el incipiente campo CRISPR. Aunando esfuerzos, se pudo describir el funcionamiento de este sistema inmune y el papel desempeñado por cada uno de sus componentes. Este conocimiento proporcionó la base para la implementación de una batería de poderosas herramientas CRISPR (tecnología CRISPR), que podrían cambiarnos la vida.
Efectivamente, los componentes del sistema inmune de las bacterias se puede transferir a cualquier ser vivo, incluidos humanos, y programarlo para que actúe sobre dianas específicas de su material genético, corrigiendo defectos, eliminando información no deseada o introduciendo nueva información.
La tecnología CRISPR no solo está facilitando enormemente la investigación básica, sino que además ha permitido afrontar retos previamente inabordables, en campos como la biotecnología, la agricultura, la ganadería o la medicina. Hasta la fecha, se ha empleado con éxito en microorganismos, plantas y animales para, por ejemplo, diseñar una nueva generación de antimicrobianos, eliminar infecciones víricas o corregir defectos genéticos.
Efectivamente, los componentes del sistema inmune de las bacterias se puede transferir a cualquier ser vivo, incluidos humanos, y programarlo para que actúe sobre dianas específicas de su material genético, corrigiendo defectos, eliminando información no deseada o introduciendo nueva información.
La tecnología CRISPR no solo está facilitando enormemente la investigación básica, sino que además ha permitido afrontar retos previamente inabordables, en campos como la biotecnología, la agricultura, la ganadería o la medicina. Hasta la fecha, se ha empleado con éxito en microorganismos, plantas y animales para, por ejemplo, diseñar una nueva generación de antimicrobianos, eliminar infecciones víricas o corregir defectos genéticos.
El impacto científico y socioeconómico que está teniendo la tecnología CRISPR es extraordinario y son cada vez más quienes postulan que, en un futuro no muy lejano, permitirá prevenir y curar multitud de enfermedades para las cuales todavía no se dispone de tratamiento eficaz.
Pocas veces en ciencia se tiene la oportunidad de asistir al nacimiento y desarrollo de un avance del conocimiento con tanta repercusión como la que está teniendo la tecnología CRISPR. El camino ha sido largo e incierto en sus inicios, pero muy gratificante en su culminación. La curiosidad y la constancia pueden tener una recompensa incluso más allá de desenmascarar los muchos secretos que aún guarda la naturaleza.
La investigación básica es considerada con frecuencia una mala inversión, al no perseguir un objetivo aplicado concreto del que se prevea obtener un beneficio económico directo a corto plazo. Nada más lejos de la realidad. La búsqueda desinteresada, no sesgada, del conocimiento como un fin en sí mismo, dista mucho de ser un "mal negocio". Precisamente por su carácter imprevisible, la investigación básica puede proporcionar soluciones a problemas importantes, por vías insospechadas.
Pocas veces en ciencia se tiene la oportunidad de asistir al nacimiento y desarrollo de un avance del conocimiento con tanta repercusión como la que está teniendo la tecnología CRISPR. El camino ha sido largo e incierto en sus inicios, pero muy gratificante en su culminación. La curiosidad y la constancia pueden tener una recompensa incluso más allá de desenmascarar los muchos secretos que aún guarda la naturaleza.
La investigación básica es considerada con frecuencia una mala inversión, al no perseguir un objetivo aplicado concreto del que se prevea obtener un beneficio económico directo a corto plazo. Nada más lejos de la realidad. La búsqueda desinteresada, no sesgada, del conocimiento como un fin en sí mismo, dista mucho de ser un "mal negocio". Precisamente por su carácter imprevisible, la investigación básica puede proporcionar soluciones a problemas importantes, por vías insospechadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario