La velocidad y la calidad de la
cicatrización de una herida dependen de aspectos como las
características de la lesión y de su localización.
Cortarse con un cuchillo o caerse en el
parque son accidentes que con facilidad pueden provocar una herida que en pocos días está curada. Sin
embargo, en algunas personas, el proceso de
cicatrización se alarga y las lesiones no cierran hasta pasadas unas semanas.
¿Por qué? ¿Qué aspectos influyen en una buena o mala cicatrización? En este
artículo se abordan estas y otras cuestiones relacionadas con la
cicatrización de las heridas.
También se describen cuáles son los
primeros auxilios ante una herida.
El proceso de cicatrización de las
heridas
En el mismo momento de producirse una
herida, el organismo pone en marcha un imbricado proceso con el objetivo de
restaurar los tejidos.
La literatura científica divide este
proceso en 3 fases.
En la fase inflamatoria, unas
determinadas células (macrófagos) eliminan bacterias y suciedad y se origina la
migración y multiplicación de otras que actuarán en la etapa siguiente.
En la fase proliferativa, que
comenzará a los 2 o 5 días de haberse producido la lesión, se crean nuevos
vasos sanguíneos -que aportarán el oxígeno y los nutrientes necesarios a la
zona-, aumentan las fibras de colágeno -que forman la estructura- y se
constituye el tejido que habrá que reemplazar al que ha sido dañado.
Una herida aguda debería estar
restituida antes de los 10 días.
La última fase, denominada de maduración
y remodelado, es la más larga y puede durar, incluso, más de 1 año. En este
periodo, la fibra de colágeno utilizada para reparar
la herida se sustituye por otras mucho más resistentes y los vasos
sanguíneos que fueron creados para su recuperación también se destruyen. Aquí,
el color de la herida empieza a perder el tono enrojecido.
Factores que influyen en la
cicatrización
Antes de curar cualquier lesión, es
importante realizar un lavado de manos a conciencia y un secado minucioso
La velocidad y la calidad de
la cicatrización de una herida dependen de aspectos
particulares, como los factores genéticos y las
características de la lesión (pérdida de tejido, características de los
bordes de la lesión, presencia de tejido desvitalizado y/o de edema, grado de
suciedad o cantidad de gérmenes). Así, una herida profunda con pérdida de
tejido y cuyos bordes no ha sido posible aproximar tendrá una evolución más
lenta que una herida de bordes limpios que se haya podido suturar sin más. Pero
también depende de su localización, ya que la
cicatrización es más complicada si se encuentra sobre articulaciones, en zonas
húmedas o en aquellas que sufren un roce continuo, como la planta de los pies.
Sin embargo, hay otros factores que
pueden determinar la evolución de este proceso, tal y como detalla el Dr. J. Javier Soldevilla en la 'Guía práctica en la
atención de las úlceras de la piel':
- La edad. La piel es
un órgano vivo en continua regeneración, pero que, a partir de los 25-30
años, empieza a reducirse su capacidad de renovación: se producen
modificaciones morfológicas, se pierden fibras elásticas y disminuye su
vascularización. Además, el proceso de envejecimiento conlleva cambios
hormonales, como los que suceden en la menopausia, el sistema inmunológico -que
protege frente a patógenos- se va deprimiendo y se corre más peligro de
contraer una infección. De la misma manera, a medida que se cumplen años,
hay más posibilidad de desarrollar una enfermedad crónica que tiene implicación
directa en la cicatrización.
- El estado de
nutrición y de hidratación. Tanto la obesidad como la
desnutrición son factores que entorpecen el proceso de cicatrización,
debido a la falta de vitaminas (sobre todo A y C), la anemia, la
hipoproteinemia (déficit de ingesta de proteínas encargadas de
proporcionar el sustrato para la formación del colágeno, importante por su
función estructural), el déficit de minerales como el zinc (que intervienen
en la reparación de los tejidos) y la falta de hidratación (que hace que
el tejido de la cicatriz sea más débil). Además, la piel deshidratada es
más vulnerable a las agresiones externas.
- Patologías
concomitantes. Sufrir enfermedades cardiovasculares o respiratorias,
alergias, diabetes o infecciones altera el
proceso de cicatrización, sea consecuencia de la propia afección en
el organismo (mala circulación sanguínea, reducción de los depósitos de
colágeno, sistema inmunológico muy deprimido, falta de oxigenación en los
tejidos) o como efecto de los fármacos utilizados en su tratamiento
(corticoides, citotóxicos, fármacos inmunosupresores).
- El
consumo de tabaco y alcohol. La toma habitual de estas sustancias provoca
alteraciones en los vasos sanguíneos y limita la circulación de la sangre
hacia todas las capas de la piel, cambios en la coagulación sanguínea o
reducción en las células directamente implicadas en la cicatrización
(disminución de plaquetas, destrucción de colágeno y disminución de
hemoglobina, entre otros).
Primeros auxilios ante una herida
A pesar de que nunca
hay que manipular con los dedos la sangre ni el lecho de una herida, es
importante, antes de curar cualquier lesión, realizar un lavado de manos a conciencia, con agua y
jabón, sin olvidar un secado minucioso.
El paso siguiente es limpiar la
herida. Cualquier herida está contaminada por los microrganismos que hay en
la piel, pero una limpieza adecuada ayudará, junto con el sistema inmunológico de cada uno, a que estos no
proliferen y se desarrolle una infección. El objetivo de la limpieza es retirar
detritus, como restos de tierra o células muertas, que pueden entorpecer la
cicatrización y favorecer la infección. Para la limpieza de la herida basta con
aplicar una solución fisiológica -preferible a una temperatura de 32-35 ºC- o,
en su defecto, agua potable.
Si la herida está muy sucia, puede utilizarse agua y jabón para su limpieza, pero
hay que ser muy cuidadoso en el aclarado y no dejar ningún resto. También se
puede usar una solución antiséptica que sea efectiva para un gran nº de
gérmenes, como la clorhexidina, y de acuerdo a las indicaciones terapéuticas
adjuntadas en el prospecto. Otras soluciones antisépticas empleadas (povidona
yodada, alcohol o agua oxigenada) pueden provocar efectos adversos en la piel,
como irritación o reacciones alérgicas importantes, entre otras, además de
entorpecer el proceso de cicatrización.
Si es conveniente, se puede tapar la
lesión con un apósito no adherente (hidrocoloide o espuma de poliuretano). No se recomienda utilizar algodón, ya que es fácil
que se adhiera a los tejidos y provoque dolor y sangrado al querer retirarlo; y
si no se quita por completo, sus restos pueden originar una infección.
Si la herida es profunda, tiene objetos incrustados o está muy sucia y no se
puede limpiar de la forma habitual, presenta una hemorragia de difícil control
o está provocada por la mordedura de algún animal o por materiales que pudieran
estar contaminados por hongos o bacterias, hay que acudir a un centro sanitario
para que la valore un profesional sanitario.