acta sanitaria.com| Madrid 05/11/2013
El perfil genético mitocondrial determinaría la progresión de la artrosis, ya que los haplogrupos mitocondriales influyen en la evolución de esta enfermedad en el sentido de que los pacientes portadores de la variante mitocondrial T presentan, de forma significativa, un menor incremento no sólo del grado radiológico, sino también del desarrollo de osteofitos -formaciones óseas benignas en la superficie del cuerpo vertebral-, de la esclerosis subcondral y del estrechamiento del espacio intraarticular, según detalla el citado estudio español.
Asimismo, en el estudio del equipo del Instituto de
Investigación Biomédica de A Coruña, INIBIC, se ha visto que, "los
portadores de este haplogrupo muestran una menor pérdida de integridad
del cartílago, a nivel de volumen y grosor en la zona medial", según
asegura el investigador principal, el Dr. Francisco Blanco, reumatólogo
del H.U. A Coruña y patrono de la Fundación Española de Reumatología.
Para el experto, "el hecho de que una persona de
una determinada localización geográfica porte esta variante mitocondrial
va a predisponer a que, si desarrolla artrosis, tenga una progresión
menos severa de la enfermedad. Esto -reconoce- puede ser de gran ayuda
para los clínicos, ya que se podrían marcar una serie de pautas
preventivas para los pacientes con artrosis en función de su perfil
genético mitocondrial".
Seguimiento más personalizado
Además, si se considerara el haplogrupo
mitocondrial como un aspecto más a tener en cuenta a la hora de
monitorizar la evolución de la enfermedad, "se podría realizar un
seguimiento más personalizado y, asimismo, podría abrir la puerta hacia
un futuro desarrollo de fármacos que tengan a la mitocondria -orgánulo
celular encargado de suministrar la energía necesaria para la actividad
celular- como diana terapéutica en la artrosis", ha asegurado el Dr.
Blanco.
Estudios previos de este grupo de investigación en
la población gallega mostraban cómo la variante mitocondrial J -o
haplogrupo J- se asociaba con una menor predisposición a desarrollar
artrosis de rodilla y de cadera.
"Esto no quiere decir que los
resultados de este trabajo no estén en la línea de los descritos
previamente; las variantes mitocondriales T y J comparten, no sólo una
serie de polimorfismos genéticos comunes, sino también un origen
filogenético común por el cual no es descabellado pensar que las
condiciones ambientales puedan jugar un papel clave en que sea una
variante (T) u otra (J) la que sea determinante en cada caso", añade el
investigador.
Volumen y grosor del cartílago
La artrosis -que actualmente se estima que afecta a
un 10% de la población en España según el estudio EPISER de la Sociedad
Española de Reumatología- es un proceso que lleva asociado la
destrucción del cartílago articular, de modo que el control del volumen y
el grosor del cartílago son dos aspectos fundamentales en el transcurso
de la enfermedad.
La disminución de estos 2 parámetros se asocia
indefectiblemente con el inicio y avance de la patología. "Por lo tanto,
la monitorización de estos 2 parámetros se antoja fundamental para
controlar el avance de la enfermedad, sobre todo cuando se realicen
ensayos clínicos", explica el reumatólogo.
Para esta monitorización "la resonancia magnética
es una herramienta muy útil -aunque cara- porque nos facilita el control
del desarrollo y el inicio de la enfermedad ya que permite detectar
cambios mínimos, muy prematuros, en la articulación que se asocian ya
con el inicio del proceso artrósico. Estos cambios no son apreciables en
las radiografías convencionales", asegura el especialista quien explica
que, de hecho, para su estudio "se realizó un seguimiento durante un
período de 2 años en los cuales se sometió a los pacientes a 3
resonancias magnéticas, a tiempo 0, a 1 año y a 2 años".
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